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Las reformas del Estado y las Instituciones (Costa Rica) (página 2)



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EL
CONSENSO DE WASHINGTON

Sin duda la década de los ochenta –la
década perdida- es de gran efervescencia social,
económica y política para toda
América
Latina. El continente Latinoamérica durante la década
perdida vivió hiperinflaciones inimaginables, lo cual
profundizó fuertes crisis
económicas en cada uno de los Estados que conforman el
continente, además fue un periodo en donde se vivió
una violenta y constante inestabilidad social y política.
En la década de los ochenta América
Latina se convierte en un laboratorio
socio-político para el Banco Mundial
(BM) y el Fondo Monetario
Internacional (FMI) y para el
mismo Estados Unidos.
Se abandona el Estado
Benefactor y se cambia por otro moderno un Estado
Neoliberal, en donde la parte social pasa a segundo o tercer
plano y por el contrario lo privado es lo objetivo
central, es así como se comienza a privatizar empresas y
servicios de
carácter público (educación, salud, vivienda, ayudas o
subvenciones sociales), además, se elimina por parte del
Estado Benefactor el control de los
precios a los
productos de
primera necesidad y se congelan los salarios de los
empleados públicos.

Uno de los instrumentos para el experimento neoliberal
teórica y técnicamente a practicarse en
América Latina lo era el Consenso de Washington, el cual
fue ideado por el BM y el FMI a finales de los años
ochenta y principio de los años noventa. Este instrumento,
entre otras cosas, sostenía buenos resultados
económicos, liberalización comercial, estabilidad
macroeconómica y una correcta fijación de los
precios. La privatización de las principales empresas
del Estado se convirtió en el problema central para llevar
a cabo las reformas estructurales de fondo. El neoliberalismo
sostenía que se habían socavado las bases de la
acumulación privada por causa de la crisis del capitalismo en
poder de los
sindicatos y
movimientos obreros, por tanto, como solución
habría que disminuir el tamaño del Estado, del
Estado Benefactor, es así como se ejecutan al nivel de
poder más alto dentro del sector
público de dan una serie de medidas administrativas de
reestructuración de las organizaciones
pertenecientes al Estado.

El Consenso de Washington, modelo
neoliberal de gran error histórico por considerar que
América Latina era un bloque homogéneo con
economías similares y problemáticas congruentes. El
consenso de Washington exigía la disminución del
déficit fiscal por ser
el causante de los mayores desajustes macroeconómicos;
contención del gasto
público por medio de la eliminación de los
subsidios, una reforma impositiva, utilizar el mercado como
medio de equilibrio
para ajustar la tasa de
interés, mantener un tipo de cambio
que le asegurara a la empresa privada
competitividad, la eliminación de las
barreras no arancelarias y los impuestos a la
exportaciones,
crear una legislación que promoviera la inversión
extranjera directa (IED), privatizar las empresas estatales,
la desregulación del mercado de trabajo, y
derechos de
propiedad
intelectual.

Claro está, pese a lo apuntado la realidad es que
ese instrumento neoliberal lo que buscaba en realidad era reducir
al máximo el papel del Estado en la economía; es
así como se lleva a cabo un programa agresivo
de privatización de las empresas estatales, en unos
países más violentamente que en otros.
Estratégicamente se abandona el papel social del Estado,
las empresas públicas estatales dejan de invertir y,
además, políticas
de gobierno les
prohíbe o les limita que lo hagan: Lo citado
ocasionó que las empresas estatales desmejorarán en
la prestación y la calidad de sus
servicios, la prensa y medios de
comunicación poderosos y dirigidos
estratégicamente por el gran capital
externo e interno, empezó a cuestionar el papel social del
Estado y, por el contrario, pregonaba fuertemente la
participación privada en los servicios estatales que se
brindaban. La gestión
estatal comienza a revertir en fin social de la colectividad por
un beneficio privado nacional o extranjero, en otras palabras, en
beneficio del mercado, el gran juez de la política micro y
macro-económica.

El proceso
privatizador incrementó la productividad en
algunos casos, también disparó los precios y las
tarifas de los servicios
públicos con lo cual se inyectó un mayor
capital a las empresas que ahora en forma privada venden y cobran
en dólares el servicio. El
cobro en dólares el permite a la empresa
privada protegerse de los posibles efectos internos
inflacionarios de cada país latinoamericano, como en el
caso de Argentina, esto es así porque ellos ajustan los
precios y las tarifas sobre la inflación de los EEUU. Otra
consecuencia de este modelo neoliberal es la contratación,
en las empresas estatales se limita el hacer de sus funcionarios,
con el objetivo de contratar la mayor parte de sus bienes y
servicios, argumentando para ello la mayor eficiencia
privada o la inversa, la gran ineficiencia de la empresa estatal
para ejecutarlos o llevarlos a cabo. Es así como se dan
renegociaciones contractuales en donde es claro el interés
privado en contraposición con el interés social;
además, este mecanismo incentivó los vicios y casos
de corrupción
en los países de América Latina.

Del Estado se privatizaron sus empresas más
lucrativas y estratégicas (hidrocarburos,
energía, telecomunicaciones, agua potable,
saneamiento, otras) los cual por lo general son manejadas por una
gran mayoría de capital privado extranjero, y de igual
modo, por un menor porcentaje de capital privado nacional, el
cual por lo general es de personajes con gran poder e influencia
política y económica. Esto hace que la riqueza se
empiece a concentrar en pocas empresas o personas, en parte
porque, la sociedad pasa
de estar regida por monopolios públicos a estar
condicionada por monopolios privados, los cuales solo buscan
incrementar las utilidades y la ganancia económica. El
transformarse de empresa pública a privada ocasiona a la
vez que el empleo se
contraiga y, por tanto, el desempleo se
acreciente, máxime que el Estado era el principal
empleador social, de igual forma, se empiezan a dar una serie de
políticas en materia
salarial para los empleados públicos en donde se busca
abaratar su mano de obra por medio de la pérdida del poder
adquisitivo de sus sueldos y
salarios.

Si bien es cierto, en un objetivo de la venta de las
empresas estatales lo era sanear las finanzas
públicas al disminuir el monto de la deuda en el corto
plazo; es también cierto que, es objetivo no se
consiguió, la deuda interna y externa no disminuyó,
por el contrario emerge con mayor fuerza los
desequilibrios fiscales. El consenso de Washington pregonó
la privatización antes que la competencia; es
así como se da una conversión de monopolios
públicos a monopolios u oligopolios privados, las tarifas
se disparan hacia arriba en perjuicio de los consumidores, la
polarización se hace notoria lo cual deja al descubierto
las desigualdades sociales existentes.

LA CONSTITUCIÓN ESTATAL EN TIEMPO Y
ESPACIO

Espacio-tiempo-sociedad son los vínculos que
unen, integran, transforman y revolucionan a los pueblos. La
constitución nacional unifica la
heterogeneidad de la sociedad. Lo nacional indica a la
colectividad pertenencia social en tiempo y espacio, diferentes
grupos
heterogéneos de la sociedad comparten una misma cultura,
costumbre y tradición. Lo nacional no esta subordinado a
clases o naciones con mayor poder político y
económico, pues cada nación
tiene su propio espacio y tiempo social en un mundo plural. No
todo lo nacional es autóctono; diversas naciones del mundo
comparten culturas de otros pueblos. La cultura de América
Latina no es del todo autóctona, la misma adoptó
formas sociales de las naciones europeas conquistadoras y, en los
últimos tiempos de los EEUU. La heterogeneidad social
latinoamericana ha estado influenciada de disímiles,
subjetividades, lo cual ha imposibilitado construir y poseer un
mismo destino nacional.

El espacio-tiempo de la sociedad de Latinoamérica
esta marcado por la desintegración económica y una
dispersión de poderes locales, lo que limita la construcción nacional, imposibilita la
creación de lo público, de lo que es común y
unitario en la desigualdad
social. La penetración del mercado
global, la desintegración social, y las
manifestaciones multiculturales no convergentes quebrantan de
manera violenta a la sociedad la historia nacional y el
derecho de poder planear el desarrollo
social, económico, tecnológico y
político nacional a largo plazo.

La desigualdad y el desequilibrio existente entre el
poder social y el económico han impedido la
construcción de un destino social compartido y solidario.
No obstante, este desarraigo no es exclusivo del Estado
Neoliberal; desde la época colonial América Latina
no ha tenido la capacidad de representación ni de
creación de una nación,
pese a la formación de Estados. Los espacios sociales en
el continente son fragmentados en parte por los localismos que
imponen los gamonales, caciques o caudillos a través de la
historia, de ahí que la democracia sea
excluyente para la mayoría de la población, la paz es solo una
acumulación de fuerzas para la violencia,
además, los poderes autocráticos no dejan
posibilidad a la gestación de una propuesta
nacional.

El Estado para que exista, debe legitimar el respeto a la
diversidad social, de otra forma serían Estados atrasados
al servicio de un pequeño grupo con alto
poder político-económico y privado de la sociedad.
La constitución nacional ha sido una extraordinaria fuerza
social que creó bases políticas, ideológicas
y culturales, las cuales fortalecieron y expandieron las
relaciones y los procesos de
valoración del capital, la integración de los mercados locales,
la división del trabajo y la producción en el espacio del poder del
Estado. Las sociedades
sueñan. Los sueños de la sociedad son diversos y
diferentes, la colectividad social es heterogénea. El
Estado obtiene legitimidad, efectividad y continuidad en el
espacio-tiempo-sociedad si concreta y legitima esos sueños
de la sociedad, al plasmarlos, de manera representativa, en
planes bien diseñados a largo, mediano y corto plazo. El
Estado Social es legal y legítimo, tiene facultad de
dirigir y comandar la sociedad, por tanto, puede exigir
obediencia a la heterogeneidad social, siempre y cuando respete
los derechos ciudadanos en tiempo y espacio.

La desigualdad de la heterogeneidad de la colectividad
social civil o privada nutre al Estado Social., por tanto,
ningún grupo político, caudillo, líder
ni clase social o
grupos económicos puede arrogarse la construcción
del Estado Social, pues este es la condensación de las
relaciones y actuaciones de todas las clases
sociales, lo cual en muchas ocasiones se consigue por
violencia, tal como ocurrió en Costa Rica con el
Estado Benefactor logrado a partir de la guerra civil
de 1948. El Estado Benefactor Costarricense hizo estatales las
aspiraciones y las luchas sociales, con eso lograron que todos
los actores de la sociedad se encontraran representados e
integrados aunque desigualmente, esta característica le
daba al Estado el carácter social-económico y
nacional en el espacio-tiempo de su poder social, aunque sin
contar con la participación de sus propios protagonistas.
Las grandes conquistas en el campo social, económico y
político han sido por lo general producto de
fuertes enfrentamientos.

El Estado Social, por gozar de representatividad y
legitimidad, redefine la sociedad, la economía y su propia
estructura, es
así como nace la política pública. La
política pública, aunque no le pertenecía,
se convirtió en una condición de la
intervención del Estado Social ya que establece un nexo
indivisible entre el individuo y la
comunidad
política. La gestión y la política
pública es una facultad restrictiva y subordinada a la
sociedad
civil.

La política pública y la práctica
administrativa institucional son derivadas de las
relaciones históricas, costumbres y anhelos de la
sociedad. El poder del Estado es un producto social. El Estado
social modifica su influencia y poder en la sociedad civil,
según se desequilibran los poderes y capacidades
orgánicas entre las clases sociales. La crisis del Estado
Benefactor en una manifestación del cambio en las
relaciones de poder en la sociedad. En América Latina el
Estado Social Costarricense ha perdido la fuerza y vitalidad
democrática de su nacimiento, las clases más
desfavorecidas no tienen capacidad de organización, no poseen capacidad de
negociación, no tienen poder de
confrontación en contraposición con las fuerzas
orgánicas del capital y del Estado, las cuales le imponen
a la sociedad un Estado Moderno Neoliberal en donde las
relaciones sociales no son igualitarias ni equitativas: El
capital mundial, así como grandes intereses y organismos
internacionales se imponen sobre lo nacional, secuestran el poder
del estado estatal social y lo reforman y transforman en un
Estado Privado, como consecuencia de la apuntado, el Estado se ve
limitado en su facultad de hacer política pública,
de actuar y garantizar lo público, de contrarrestar las
desigualdades, inequidades, así como la capacidad para
amparar y defender los derechos igualitarios de los
ciudadanos.

A diferencia del Estado Benefactor, el Estado Moderno
Neoliberal privatizador culpa al Estado de todos los males y,
como alternativa correctiva, promueve la concentración y
centralización del capital en pocos
órganos estructurados o personas de gran poder
económico y político. Combate cualquier tipo de
incentivo o subsidio social, pero pregonan por aquellos que solo
a ellos les interesa y conviene, es así como se apropian
de todos los excedentes generados en el proceso productivo por la
colectividad. El Estado Neoliberal Privatizador aunque lo ha
intentado, no ha podido borrar ni reemplazar las bases y
condiciones que propiciaron la constitución del Estado
Social, principalmente en Costa Rica. Pese ello, La Reforma
Estatal genera un crecimiento con degradación de la
cultural, conocimiento,
trabajo, función
pública y calidad de
vida de los pueblos, es así como se tiene por ejemplo:
la pérdida del poder adquisitivo del salario,
educación de tres o más categorías en su
calidad, escasez de
vivienda, un mayor desempleo y un reingreso de una serie de
enfermedades ya
erradicadas. Como consecuencia de lo apuntado se busca una nueva
gestión pública en donde el prototipo a seguir e
imitar en la gestión privada.

CONCLUSIÓN

La democracia de América Latina se
consolidará cuando exista una cultura política
democrática totalmente arraigada en la colectividad, y
para ello se requiera que los ciudadanos se manifiesten por medio
de la participación electoral y, además tengan
conciencia de sus
derechos, deberes y responsabilidades sociales y nacionales, en
pro de fortalecer y engrandecer una cultura propia de
Estado.

El experimento de Estado Neoliberal impuesto en
América Latina por el gran capital global lo fue el
Consenso de Washington. El Consenso de Washington
consideró y trató a América Latina como un
bloque homogéneo con economías similares y
problemáticas congruentes. Del Estado se privatizaron sus
empresas más lucrativas y estratégicas. El proceso
privatizador incrementó la productividad en algunos casos,
también disparó los precios y las tarifas de los
servicios públicos y, a la vez, disminuyó el poder
adquisitivo de los trabajadores, la calidad de vida de la
mayoría de los sujetos de la sociedad se deterioró
y, por el contrario, por medio de subsidios a las empresas
nacional y extranjera se les inyectó un mayor capital de
trabajo, con lo cual ahora en forma privada venden y cobran en
dólares los bienes y servicios a la sociedad.

El Estado se transformó en tiempo e espacio de
forma radical. De un Estado Benefactor se ha pasado a un Estado
Moderno Neoliberal, el cual es desigual y discriminador en la
distribución de las oportunidades sociales
y en la distribución de la riqueza.

El gran capital global y local con alto poder
político concentra la riqueza. La polarización de
las clases o grupos
sociales de la sociedad se acrecentó, se hizo visible
y aguda. El capital privado combate los beneficios y subsidios
sociales por considerarlos efectos distorcionantes de la
economía. No obstante, el mismo capital pregona y demanda
subsidios para intereses empresariales y comerciales privados.
Ante esta disyuntiva, es preciso reconstruir de nuevo el Estado.
Claro está, la redefinición social del nuevo Estado
jamás será el modelo de Estado prevaleciente antes
de implantar las políticas neoliberales.

En el caso de Costa Rica, el Estado Benefactor se
agotó, no será ya jamás, peso a ello, se
puede aun pensar y planear a largo plazo un Estado no
autocrático sino democrático, más
distributivo y equitativo en materia arancelaria y oportunidades
sociales. Económicas y políticas en el
espacio-tiempo-sociedad.

 

Lic. Carlos Ml. Ruiz Sánchez

 

Partes: 1, 2
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